Editorial I Número 19

En noviembre de 2019, la aparición del nuevo virus sars-cov-2 que acosaba a la ciudad china de Wuhan, nos sorprendió a todos. El virus no tardó en llegar a Europa y luego al continente americano. En México, el primer caso se detectó en febrero de 2020; el 18 marzo ocurriría la primera defunción relacionada con la enfermedad del Covid-19. A la luz de este escenario, el 23 de marzo de 2020 se implementarían en nuestro país diversas medidas, entre ellas la suspensión de ciertas actividades económicas –denominadas actividades no esenciales—, la restricción de reuniones masivas y el resguardo domiciliario.

En este contexto, en julio de 2020 un grupo de demógrafas y demógrafos nos propusimos abordar la problemática desde diversas aristas; en nuestro país, la pandemia ya había afectado a más de 265 mil personas (casos confirmados) y se declaraban 27,121 defunciones. Cabe mencionar que al comenzar el 2021, la pandemia ya había alcanzado a más de 103 millones de personas en el mundo; para entonces 2.2 millones habían muerto. El 18 de enero del mismo 2021, la Secretaria de Salud de México declaraba que existían 1.817,576 casos confirmados y habían ocurrido 152,238 defunciones.

A un ritmo inimaginable, en el mundo y en nuestro país se han escrito infinidad de artículos. Coyuntura Demográfica busca en este número ofrecer algunas reflexiones sociodemográficas en torno al tema, escritas durante el segundo semestre del 2020.

Un primer grupo de artículos reflexiona sobre las defunciones y acerca del efecto que tendrán las medidas tomadas por el gobierno mexicano en relación con el trabajo y la migración. En un segundo grupo de textos se atiende la problemática de la pandemia considerando grupos poblacionales como los de jóvenes, mujeres y niñas/os. Además, siguiendo la tradición de nuestra revista, incluimos algunos trabajos que, desde metodologías novedosas, abordan el tema; consignamos también la entrevista hecha a un reconocido demógrafo, quien se refiere también a la problemática.

Antes de abordar las ideas principales de cada artículo, quisiera destacar la diversidad de las fuentes de información consultadas para dar cuenta de las múltiples problemáticas sociodemográficas en contextos de pandemia.

Considerando el periodo de marzo a julio de 2020, Rosario Cárdenas analiza los patrones de mortalidad debida al Covid-19 por edad, sexo y entidad federativa en México, con datos de la Dirección General de Epidemiología de la Secretaría de Salud y las proyecciones del Consejo Nacional de Población. La autora advierte de la temprana edad mediana al fallecimiento por Covid-19 para el periodo estudiado, resaltando los estados de Quintana Roo y Zacatecas en donde las edades medias masculinas están entre 58 y 61 años. La autora enfatiza el tema de las comorbilidades y las condiciones de pobreza de nuestro país. Culmina su texto señalando que: “La pandemia por Covid-19 es una catástrofe demográfica con implicaciones adversas en términos sociales y económicos. Al 28 de octubre de 2020, México había acumulado 89,171 defunciones debidas a Covid-19 (OMS, 2020) lo que representa 12.3% del total de fallecimientos registrados en 2018 en todo el país (722,611 defunciones). La magnitud de esta tragedia obliga a diseñar respuestas integrales de política pública que reviertan sus consecuencias, reduzcan las inequidades socioeconómicas y promuevan la satisfacción de los derechos comprometidos por el Estado mexicano”.

La Red teTra (Trabajo y Condiciones Laborales) ofrece una reflexión sobre el perfil laboral y sociodemográfico de las personas insertas en el mercado de trabajo al iniciarse la crisis sanitaria por el Covid-19. Parten de una clasificación propia que incluye actividades esenciales, de encadenamiento, en frontera y no esenciales; y para las personas ocupadas en actividades esenciales se analiza su riesgo de contagio del sars-cov-2. A partir de datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (enoe)  relativos al primer trimestre de 2020, se muestra que  45% de los trabajadores se encontraban realizando actividades esenciales obteniendo el ingreso más bajo; los más jóvenes (de 12 a 19 años de edad) y los adultos mayores (de 60 años y más) eran los menos favorecidos. Es evidente que el desempeño en las actividades esenciales representará el mayor riesgo de contagio; pero llama la atención que ese riesgo es mucho más elevado para las mujeres en comparación con los hombres. El artículo concluye que: “el trabajo en general, y las actividades esenciales en particular, ya presentaban, al inicio de la pandemia, condiciones laborales precarias, por lo que conforme el tiempo transcurra y la pandemia se prolongue, la tensión entre la situación sanitaria y la económica se volverá cada vez más intensas”.

Mercedes Pedrero atiende el tema del trabajo doméstico, que en años recientes se ha denominado trabajo no remunerado (tnr); señala que, al interior de los hogares, la carga y composición del trabajo doméstico y de cuidados que existía antes de la pandemia se incrementó debido al confinamiento. Buscando disponer de un referente reciente, la autora utiliza la Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo (enut) del 2014, haciendo visible el hecho innegable de que, independientemente de la actividad económica que las mujeres realizan, son ellas quienes dedican más tiempo al tnr, especialmente aquellas que son cónyuges o jefas del hogar. Pedrero añade que bajo el contexto de pandemia: “han surgido o se han intensificado algunas actividades en los hogares, como la limpieza a profundidad, la jardinería, las reparaciones menores, actividades de mantenimiento, el desecho de artículos de diverso tipo, mientras otras actividades se han recuperado, como por ejemplo las costuras o tejidos pendientes. Además, ha surgido el apoyo en teletrabajo para algún otro miembro del hogar, y el soporte a distancia vía medios electrónicos a parientes y amigos. Y debido a que las guarderías y casas de día no operan en contexto de pandemia, cuando hay niños el apoyo escolar que se les brindaba cotidianamente se intensifica y transforma, lo mismo que la atención si reciben educación a distancia”.

Otro fenómeno demográfico que se ha visto afectado por la pandemia es la migración. Claudia Masferrer aborda los flujos desde y hacia México, y presenta datos relacionados con emigración, inmigración, retorno, tránsito y asilo. Advierte, inicialmente, que es necesario considerar que el fenómeno migratorio en México y el mundo ya sufría cambios diversos antes de la pandemia: la emigración mexicana a Estados Unidos se había desacelerado; había aumentado la migración de retorno e inmigración de familiares nacidos en Estados Unidos, y estaban aumentando las solicitudes de asilo y el tránsito por México, sobre todo de mujeres y menores, que no siempre se trasladaban acompañados. Utilizando una encuesta realizada por la Organización Internacional para las Migraciones, la autora indica que: “cerca de 60% de los mexicanos y centroamericanos que pensaban emigrar pospusieron o cancelaron sus planes por la pandemia, y más de 20% de migrantes de esos países estaban considerando regresar a su país de origen. Pero, según datos del U.S. Customs and Border Protection durante la pandemia el intento por llegar a Estados Unidos no cesó”. La autora concluye señalando que “si bien es de esperarse que las transformaciones continúen, está por verse cómo se alterarán las vidas de las poblaciones migrantes dado el aumento esperado del desempleo y los impactos económicos fuertes en México y Estados Unidos”.

Atendiendo la situación de algunos grupos poblaciones, Carla Pederzini y Estela Rivero buscan contestar las siguientes preguntas: ¿la percepción del riesgo de enfermarse de Covid-19 difiere entre los adultos jóvenes y los mayores de 30 años de edad? y ¿afecta la percepción de riesgo de contagio por Covid-19 la ansiedad vivida recientemente por ambos grupos poblacionales? Utilizando datos de la Encuesta de Seguimiento de los Efectos del Covid-19 en el Bienestar de los Hogares (Encovid-19), las autoras muestran que la escolaridad es el principal determinante de la percepción de peligrosidad del virus, con la característica de que dicha percepción es muy similar entre adultos jóvenes (de 18 a 29 años de edad) y adultos mayores de 30 años., Este resultado permite a Pederzini y Rivero afirmar que: “se contradice la noción de que, por sus actitudes proclives al riesgo, los jóvenes tienden a sentirse menos vulnerables al Covid-19”. La respuesta a la segunda pregunta incluye aseveraciones como que: “los adultos jóvenes declaran experimentar preocupación y nerviosismo con menor frecuencia, pero en ambos grupos la percepción de riesgo incrementa su incidencia; la presencia de síntomas en un miembro del hogar aumenta la intranquilidad en los mayores de 30 años; y que los adultos jóvenes se preocupen por la pérdida de trabajo de algún miembro del hogar, mientras que los mayores de 30 se ven afectados por la reducción del ingreso, lo que sugiere distintas formas de entender las consecuencias económicas del Covid”.

El artículo elaborado por Teruél, Gaytan, Leyva y Pérez aborda el tema de la depresión haciendo uso de la Encovid-19, encuesta diseñada por el Instituto de Investigación para el Desarrollo con Equidad (Equide) de la Universidad Iberoamericana, en alianza con Quantos Investigación Cuantitativa. Los autores se proponen mostrar tendencias poblacionales en torno a los niveles de depresión asociados con la pandemia, utilizando tres levantamientos de la encuesta en los que se incluyó la Escala de Depresión del Centro de Estudios Epidemiológicos (cesd-7). 

En primer lugar, se observa una alta depresión en el primer mes del confinamiento y una reducción posterior, no obstante, todos los niveles registrados con la Encovid-19 fueron superiores a los observados con la encuesta Ensanut 2018-2019. Por otro lado, los autores mencionan que “como se ha observado en múltiples estudios, las mujeres reportan casi el doble de depresión que los varones” lo que debería “representar una señal de alarma en cuanto a las inequidades sistemáticas de género y cómo se reproducen y agravan durante la pandemia”. Por último, nos dicen que para los estratos socieconómicos menos favorecidos, la prevalencia de depresión es más alta, por ello cierran su artículo señalando que “las desigualdades socioeconómicas pre-pandemia ponen en seria desventaja a estos grupos para enfrentar la crisis sanitaria y económica: a menor nivel socioeconómico mayor el sufrimiento psíquico”.

Por su parte, Cristina Herrera reflexiona sobre los cambios y continuidades en las violencias contra mujeres y niñas durante la pandemia de Covid–19 en México. Antes de acudir a algunos testimonios, la autora contextualiza la problemática retomando información de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh, 2016). En relación con el abordaje cualitativo, se refiere a que entre junio y septiembre de 2020 se realizaron grupos de discusión por vía remota con agentes institucionales y organizaciones que atienden a mujeres víctimas de violencia en la Ciudad de México y los estados de Coahuila, Jalisco, Nuevo León y Puebla. Los testimonios ilustran la percepción y opinión de las y los informantes sobre el agravamiento de la violencia contra mujeres, adolescentes y niñas durante el confinamiento por la pandemia de Covid-19.  Al respecto, Herrera sostiene que: “si bien se apreciaban elementos de continuidad, en los testimonios se menciono de manera recurrente la disminución de la edad de las víctimas de violencia sexual y el aumento de violencia cibernética, especialmente contra niñas, niños y adolescentes, yendo del acoso hasta la pornografía infantil”. También “los testimonios indican que la violencia económica se potenció, debido a que muchas mujeres perdieron sus fuentes de ingresos —un elemento que las protegía de la violencia—, lo que generó conflictos con sus parejas frente a la dificultad de ellos de proveer al hogar; en muchos casos, este conflicto se resolvió reforzando las normas de género tradicionales, según las cuales el varón debe proveer y la mujer atender a la familia”.

Los efectos de la pandemia por Covid-19 en la infancia y la adolescencia son una de las preocupaciones atendidas en el artículo de Sarai Miranda y Jennifer Haza. Con la finalidad de contextualizar la problemática, las autoras utilizan la Encovid19 (versión Infancia) y el Módulo de Trabajo Infantil (mti) de la enoe. Las autoras están conscientes de que la representatividad del mti no permite captar a los pequeños vendedores ambulantes en San Cristóbal de las Casas, Chis. Sin embargo, a partir de los conteos continuos que realiza la organización Melel Xojobal, A.C. ha sido posible visibilizar el trabajo de casi 3,000 menores en temporada alta. Para analizar el efecto de la pandemia en estas ocupaciones, tres organizaciones de la sociedad civil entrevistaron por teléfono a 129 niñas, niños y adolescentes de 8 a 17 años de edad, habitantes de esa ciudad, encontrando que cuatro de cada diez habían visto sus ingresos reducidos, y poco más de tres de cada diez habían perdido su trabajo. Las autoras presentan testimonios que permiten reconocer que la pérdida de ingresos o de trabajo afecta al conjunto familiar impidiendo enfrentar lo mismo gastos personales que escolares. Por ello, las autoras sostienen que: “el Estado deberá voltear a ver a las niñas, niños y a los adolescentes trabajadores, comprender su complejidad y evitar la prohibición a rajatabla sin examinar los matices de la problemática”.

En relación con el grupo de artículos que se refieren a metodologías novedosas, el texto de Gabriela Vázquez-Benítez describe dos ejercicios de monitoreo de servicios de salud en Estados Unidos, usando registros médicos para medir el efecto de la orden de permanecer en casa debido a la pandemia por Covid-19. El objetivo del primer ejercicio es monitorear la seguridad en la aplicación de las vacunas Vaccine Safety Datalink (vsd), en ocho sistemas de salud privados, con un modelo de datos estandarizados que liga las características de las y los pacientes con el uso de vacunas, los eventos médicos, los ambulatorios, los de emergencia y los hospitalarios. La autora sostiene que análisis de este tipo requieren de una metodología que tome en cuenta, al correr el tiempo, cambios de tendencias en el número de eventos, especialmente cuando no se cuenta con el denominador (la población en riesgo). En el caso de este trabajo, se usó la información del año previo y la triangulación de resultados a través del uso de fuentes diversas. El segundo ejercicio es un estudio sobre el impacto de la orden de quedarse en casa en los servicios de emergencia en un hospital de Minnesota. En este ejemplo, la estrategia analítica correspondió al uso de la medida de razón de razones entre el periodo anterior y el posterior, estableciendo el año 2019 como referencia. Una vez declarada la orden, se registró una reducción de 35.2% en el periodo posterior a la orden; la medida afectó en mayor medida a niños y niñas, a mayores de edad y a mujeres.

Diederik Boertien, José Manuel Aburto, Iñaki Permanyer, Antonio López-Gay y Albert Esteve indican que el tamaño del hogar y su estructura por edad determinan el número máximo de personas susceptibles de ser contagiadas. Con base en el patrón epidemiológico por edad del Covid-19, y con datos de la muestra intercensal de México de 2015, los autores examinan cómo se vería afectada la estructura de la población dentro de los hogares en el caso hipotético de que, al azar, 10% de la población mexicana se infectara con Covid-19, y que subsecuentemente cada individuo infectado contagiase la enfermedad a todas las personas de su hogar. El trabajo no buscaba llevar a cabo una simulación real de la pandemia, sino una simulación que enfatizara el rol de la estructura de la población al interior de los hogares. Sus resultados indican que de ocurrir una transmisión completa de la enfermedad dentro de los hogares el número de fallecidos sería 2.5 veces más elevado.

Finalmente, en relación con los artículos vinculados con metodologías novedosas, Alejandro Sánchez Zárate se pregunta cómo es que, a falta de internet es posible seguir estudiando desde casa en situación de confinamiento. Los datos fueron obtenidos de la Encuesta Nacional de Disponibilidad y Uso de Tecnologías de Información en los Hogares (endutih) 2019. La investigación se centró en personas de 6 a 40 años que asistían a la escuela, desde primaria hasta posgrado, considerando como variables explicativas el nivel de asistencia escolar, el estrato socioeconómico y el entorno (rural o urbano). El autor encuentra barreras para aquellos niños/as que habitan en hogares que carecen de conexión a internet, una situación desfavorable tanto en entornos rurales como urbanos para los estratos socioeconómicos más bajos, y una dificultad para aquellos hogares donde se dispone exclusivamente de televisión. El autor sostiene que: “se trata de niños/as que de un momento a otro tuvieron que utilizar herramientas que jamás habían empleado y que carecen de los medios materiales para poder usarlas”.

En este número de Coyuntura ofrecemos también un artículo de opinión de José Ramón Cossío, quien explora las condiciones en las que se encontraba el ordenamiento jurídico mexicano hacia principios de 2020 para enfrentar la pandemia por Covid-19. Desde el ámbito jurídico, el autor comenta sobre las acciones que las autoridades llevaron a cabo para enfrentar y proteger a la población del país, sosteniendo que: “es preciso elaborar un nuevo marco de competencia para el Consejo de Salubridad que pueda mantenerlo como el órgano regulador. Desde esta concepción, la Ley General de Salud tendría que reformarse y emitirse un nuevo reglamento interior con competencias amplias y determinantes. Igualmente, se deben establecer los modos de vinculación entre las autoridades de los tres órdenes de gobierno, y ampliar los programas de prevención para que abarquen las epidemias y pandemias”.

En cuanto a los efectos directos e indirectos de la pandemia por Covid-19 y la necesidad de recuperar metodologías demográficas que puedan permitir una estimación más precisa de las defunciones provocadas por el virus sars-cov-2, la revista ofrece una interesante entrevista hecha al demógrafo José Miguel Guzmán, fundador y presidente de NoBrainerData LLC.

Por último, y haciéndose eco del luto de la comunidad de El Colegio de México y el que manifestaron otras organizaciones académicas del país y la región a raíz del fallecimiento de la Dra. Brígida García Guzmán, ofrecemos en este número tres textos breves. El primero es una narración de Jéssica Nájera leída en ocasión de la ceremonia de Emeritazgo otorgado aun en vida a la Dra. García; el segundo es un reconocimiento por la editora de Coyuntura Demográfica; el tercero es de la autoría de Gustavo Garza, esposo de Brígida, que fue leído el 11 de noviembre del 2020 en el homenaje virtual a la vida y trayectoria de tan distinguida profesora e investigadora.

Edith Pacheco Gómez

Directora Editorial de Coyuntura Demográfica

Agradecimientos

Reconocemos de manera especial la intensa y valiosa labor que realiza la Editora Adjunta de la revista, María Adela Angoa. También agradecemos el profesionalismo y compromiso del equipo de diseño y edición que conforman: Guillermina Herrera Rendón en la corrección de estilo; Maritza Moreno Santillán en el maquetado y formación; Sol Marina Villegas Meza en las ilustraciones de la portada e interiores y Rodrigo O. Villaseñor Rodríguez en la formación, recursos gráficos y la administración de la página web.

Reconocemos, asimismo, el apoyo de las instituciones que han colaborado de distintas formas para hacer posible la publicación de Coyuntura Demográfica. Extendemos nuestro agradecimiento al Instituto Nacional de Estadística y Geografía, al Fondo de Población de las Naciones Unidas, a ONU-Mujeres México, al Consejo Nacional de Población y al Instituto Nacional de las Mujeres. Asimismo, a El Colegio de México, a la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, a la Universidad de Guadalajara, a la Universidad Iberoamericana, a la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, sede México, y a El Colegio de la Frontera Norte.

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