Veinte años de migración interna en México. El enfoque por tamaños de localidad, 2000-2020

 

 

RESUMEN

La migración del campo a la Ciudad en México ha dejado de ser la más numerosa desde hace más de 25 años, cediendo la primacía a los traslados dentro del sistema urbano nacional, hecho que este trabajo constata para el periodo 2000-2020.

El éxodo rural hacia el medio urbano, característico de la migración interna en México en las décadas previas y posteriores a la Segunda Guerra Mundial, ha transitado en el pasado reciente hacia una movilidad predominante dentro del ámbito citadino, pudiéndose detectar también un flujo nada despreciable de la ciudad al campo, o sea en el sentido inverso al mayoritario de ataño.

Para este trabajo se propone el concepto de migración como el cambio de residencia habitual que implica quedar fuera del área de influencia de una ciudad o pueblo. Utilizamos los censos de población y similares de México, 1 aceptando la manera como ahí se ha captado la residencia habitual; asimismo, se consideran los cambios de domicilio entre municipios, pero no dentro de ellos, porque esta última información no la captan los censos.2

En la migración interna considerada aquí se toma la perspectiva del tamaño de la localidad y no el de regiones geográficas contiguas, considerando como una sola unidad geográfica (“localidad”) el conjunto de municipios que integran cada una de las zonas metropolitanas y de las conurbaciones identificadas en el país por diversas instituciones y autores entre 2000 y 2015; y como unidades independientes a cada uno los municipios restantes (no metropolitanos ni conurbados). Quienes al momento de la enumeración vivían en el mismo municipio que cinco años antes los denominamos no migrantes; cuando traspasaban los límites municipales dentro de una zona metropolitana, o entre dos municipios de la misma conurbación cuando ésta se asienta en dos municipios, los llamamos desplazamientos intraurbanos; y solo a las personas que al cambiar su residencia traspasan los límites municipales, no pertenecientes a zonas metropolitanas o a conurbaciones, los consideramos migrantes.3

Movilidad territorial de grandes agregados geográficos

Los resultados de nuestras estimaciones se reproducen en el cuadro 1. Inicialmente, dos rasgos saltan a la vista: los patrones temporales tipo “U” al cabo de los años en el total de migrantes; y de forma inversa, es decir, “∩”, el total de desplazamientos intraurbanos. El crecimiento de largo plazo de los migrantes se puede atribuir al aumento poblacional del país al cabo de los dos decenios: mientras en 2000 los migrantes representaban 4.3% del total de residentes, veinte años más tarde representan 3.8%.

Cuadro 1. México. Migrantes internos por grandes tamaños de localidad y quinquenio de ocurrencia, 2000-2020

* Emigrantes para las primeras dos columnas.
Fuente: microdatos disponibles de los Censos de población 2000, 2010 y 2020; conteo de 2005 y Encuesta Intercensal 2015.

En el largo plazo, dentro del conglomerado urbano los migrantes fueron al alza, salvo la disminución en el tercer lustro; en cambio, los patrones tipo “U” caracterizaron la migración entre las localidades menores, y de ahí hacia al conjunto de las ciudades; se aprecia, además, un errático “sube y baja” en los traslados del ámbito citadino al grupo de las localidades menores.  Y aunque el flujo de tales localidades a ciudades –el tradicional (rural-urbano) hasta los años setenta del siglo pasado–, representó una proporción importante del total de migrantes en los cuatro quinquenios: 25.3, 21.0, 22.9 y 21.6%, respectivamente; nada despreciable fue la fracción que correspondió al contraflujo, de 14.3, 16.6, 15.1 y 15.7%, respectivamente,4 mostrando la importancia del “éxodo urbano” en la migración interna del país, un flujo prácticamente ausente desde la segunda mitad del siglo pasado en la bibliografía especializada.

Movilidad territorial de tamaños de localidad más específicos

Para mayor especificidad las ciudades se dividen en “chicas” (de 15,000 a 99,999 habitantes), “medianas” (entre 100,000 y 499,999 habitantes) y “grandes” (de 500,000 o más habitantes); se clasifican como menores, o “rurales” cuando tienen menos de 2,500 habitantes, y “no urbanas”, con 2,500 a 14,999 habitantes. Siguiendo esta clasificación, la migración de las localidades se reproduce en el cuadro 2.

Cuadro 2. México. Migrantes internos por tamaño de localidad y quinquenio de ocurrencia, 2000-2020

*Emigrantes para las primeras cinco columnas.
Fuente: microdatos disponibles de los Censos de población 2000, 2010 y 2020, conteo de 2005 y Encuesta Intercensal 2005.

El flujo mayoritario entre los cinco tamaños de localidad corresponde al intercambio poblacional entre las ciudades grandes, desplazamientos que han contribuido con 19.7, 22.7, 13.8 y 32.3%, respectivamente, al total de migrantes en los cuatro lustros. Si bien el aumento en la concentración de los flujos entre las ciudades mayores es notable, no debe perderse de vista que el número de grandes urbes ha crecido con los años: de 26 en 2000, pasó a 29 en 2005, a 33 en 2010, a 26 en 2015 y a 35 en 2020.5

En el extremo opuesto están los migrantes dentro del medio rural, cuya participación en el total se han mantenido casi constante: entre 3.5 y 3.9% Si se agregan los migrantes de los tres estratos de localidades urbanas hacia y desde el conglomerado rural, el flujo del segundo hacia las primeras ha representado, respectivamente, 17.5, 14.5, 15.6 y 14.8% del total de migrantes; la corriente opuesta, del ámbito citadino al campirano, ha participado con 9.5, 11.1, 10.1 y 10.7%, respectivamente.  Ambas tendencias muestran que en el largo plazo del pasado reciente la pérdida neta de población —correspondiente a la migración— de las localidades rurales respecto de las urbanas se ha contraído de manera sustantiva por encima de 353,660, 146,816, 217,825 y 195,311, respectivamente.6

Si en el enfoque anterior se reemplaza al conjunto de localidades rurales por el conglomerado de las no urbanas, el panorama es similar al del ámbito campirano: los emigrantes no urbanos representaron respectivamente, 7.8, 6.5, 7.3 y 6.8%; los inmigrantes son responsables de 4.9, 5.5, 5.0 y 5.0%, respectivamente, mientras la pérdida neta por migración en el conjunto no urbano es de 130,328, 44,454, 93,618 y 83,773 personas.

Desde que Ravenstein (1889) publicara sus famosas Leyes de la migración, se ha aceptado que la principal razón para migrar es la búsqueda de mejores condiciones de vida para los miembros del hogar, si bien en el pasado reciente la inseguridad ha cobrado cierta importancia en México (Villalba, 2020). Es tradicionalmente aceptado que alcanzar una mejor calidad de vida es más patente en el éxodo rural (o de las localidades menores hacia las ciudades); sin embargo, la importancia –numérica y proporcional– del contraflujo pudiera considerarse una contradicción de la “hipótesis clásica”, aunque es justo reconocer que se deben investigar a detalle las características socioeconómicas de los emigrantes urbanos en su destino rural o no urbano.

En el ámbito citadino, la migración entre las grandes ciudades ha concentrado una proporción creciente al pasar de 37.6 a 58.3% en el transcurso de los años.7 No obstante, en el intercambio con el resto de las urbes, si bien tuvo una ganancia neta poblacional por migración en los quinquenios extremos, 119,898 y 26,416, el intercambio de residentes se revirtió en pérdida en los lustros intermedios, con 49,904 y 105,781.

En el sistema urbano nacional, el agregado de los migrantes desde, hacia y dentro del conjunto de las ciudades grandes fue de 1,966,500, 2,085,942, 1,621,014 y 2,454,446, respectivamente,8 es decir, más de tres cuartas partes del total de desplazamientos entre ciudades (85.1, 86.6, 75.1 y 93.5%). En cuanto a las ciudades de menos de medio millón de habitantes –la fracción restante del total del sistema urbano nacional–, los traslados crecieron de manera sostenida durante los primeros tres lustros: 343,251, 321,464 y 538,881; sólo para descender abruptamente a 68,998 en el último quinquenio.9

Tal y como sucede con las ciudades grandes, los cambios de residencia se acentúan conforme aumenta el tamaño de la ciudad, sea entre las localidades menores y medias, o bien entre ambos conglomerados.

La reducción de la ganancia corresponde a casi la quinta parte entre los periodos extremos, y el despoblamiento progresivo de los centros en las grandes ciudades indica, de alguna manera,  que aunque prevalece ahí el atractivo de la concentración de servicios financieros y políticos, las economías de escala para las grandes firmas han dejado de cautivar (Livas y Krugman, 1992; Balchin et al., 2001: 70-76), porque el incremento en los costos del transporte y la inseguridad al interior de algunas las metrópolis implican la búsqueda de las estrategias más rentables que conllevan una localización geográfica de las empresas, que se inclinan por ubicaciones en ciudades menores a distancias cercanas. Cabe mencionar que la pérdida neta de 119,898 personas en el primer lustro, debida a los desplazamientos territoriales del conjunto de ciudades chicas y medias con respecto al agregado de las grandes– resultó en ganancias de 49,904, 105,781 y 95,896 en los tres quinquenios siguientes.

La migración intraurbana del país abarcó más de la mitad del flujo total al interior y entre las ciudades en los primeros tres lustros (51.9, 53.6 y 53.0%, respectivamente), para ubicarse por debajo de esa cota en el lustro postrero (43.4%).

La mayor movilidad intraurbana en las grandes ciudades, incluso superior a la emigración total en los primeros tres lustros (57.7, 56.6, 57.8 y 44.1%, respectivamente),10 a diferencia de la escasa proporción en las otras ciudades, tiene su origen en que casi siempre las primeras concentran varios municipios y los cruces entre sus límites políticos se maximizan. Al cruzar una calle que divide dos municipios contiguos de la misma ciudad difícilmente se cambia de ambiente y se inicia una nueva forma de vida, a diferencia de cuando alguien se queda fuera del área de influencia de un pueblo o ciudad. No todo desplazamiento territorial es migración.

Notas

1 Véanse las fuentes de los cuadros 1 y 2.

2 Buscando simplificar la exposición, se asimilan las alcaldías (antes delegaciones) de la Ciudad de México a municipios.

3 En el anexo electrónico de notas metodológicas se describen los criterios seguidos para la delimitación de las localidades.

4 Por ejemplo, 1,118,181 de 4,420,990 o 25.3% en el primer flujo para 2000-2005.

5 La Encuesta Intercensal es por muestreo; al replicarse la delimitación geográfica de las conurbaciones de 2010, las cifras expandidas de población de algunas ciudades son inferiores a la cota de 500,000 habitantes de donde surge una disminución en 2015.

6Por ejemplo, los inmigrantes son 67,034+95,108+255,730=417,872; los emigrantes 91,455 + 189,925 + 490,152 = 771,532; y la migración neta 417,872 – 771,532 = -353,660 para 2000-2005.

7 Por ejemplo, 869,548 de 2,309,751, o 37.6% para 2000-2005.

8 Por ejemplo, 157,156 + 331,371 + 234,444 + 373,981 + 869,548 = 1,966,500 para 2005-2010.

9 La disminución en el último periodo se puede tomar con alguna reserva hasta que se disponga de la delimitación del sistema urbano nacional para 2020.

10 Por ejemplo, el total es 2,378,690 + 1,741,882 = 4,120,572 y el porcentaje 2,378,690 / 4,120,572 = 57.7% para 2000-2005.

Referencias

Balchin, P. N., D. Isaac y J. Chen (2000), Urban economics. A global perspective. Palgrave, Houndmills, England.

Livas, R. y P. Krugman (1992),“Trade policy and the third world metropolis”. National Bureau of Economic Research, Cambridge. (Working paper 4238).

Ravenstein, E. G. (1889),“The laws of migration.” Journal of the Royal Statistical Society, 52 (2): 241-305.

Villalba, M. (2020),Factores asociados a las causas de la migración interna en México (2014-2018), efecto en la duración de residencia”. Tesis de Maestría en Población y Desarrollo, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales – Sede México, México.

Imprimir/Descargar PDF
Virgilio Partida Bush

Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Flacso sede México | <a href="mailto:vpartida@flacso.edu.mx ">vpartida@flacso.edu.mx </a>